martes, 27 de julio de 2010

MI MADRE, MI MEJOR AMIGA.

Dos amigos se encontraban tomando un café, y uno le comenta en tono de queja al otro:
Mi mamá me llama mucho por teléfono a la oficina y solo para pedirme
que vaya a conversar con ella, siempre la misma quejadera, que 'se siente sola'; la verdad yo voy poco y en ocasiones siento que me molesta su forma de ser.
Ya sabes como son los viejos: Cuentan las mismas cosas una y otra vez y sin mencionar de los achaques que estrena cada día; y bueno, como tu sabes nunca me faltan los compromisos:
Que el trabajo, que los amigos, la Asociación*
En fin sabes como es, No?.........
El otro amigo se queda callado, y luego responde: Yo en cambio, converso mucho con mi mamá; cada vez que estoy triste, voy con ella; cuando me siento solo o cuando tengo un problema y necesito fortaleza, acudo a ella y ella me conforta, me da fortaleza, y siempre termino sintiéndome mejor.
Caramba - se apenó el otro - Eres mejor que yo.
No lo creas, soy igual que tu, o al menos lo era, respondió el amigo con tristeza.
En realidad visito a mi mamá en el cementerio.
Murió hace tiempo, pero mientras estuvo conmigo, tampoco yo iba a conversar con ella pensaba y sentía lo mismo que tú.
Y no sabes cuanta falta me hace ahora su presencia, cuánto no daría por sentir las caricias que con tanto amor me prodigaba, y que rechazaba porque 'ya no era un niño'; ó cuánto me pesa no haber escuchado todos los consejos que me daba, cuando con torpeza le decía: 'Yo sé lo que hago', y por ello cometí muchos errores.
Ay amigo, si supieras ahora como la busco, y ahora es mi mejor amiga.
Cuando sentado en la tierra fría del camposanto mirando solo su foto en el muro gris, en el que le puse 'te amo', (palabras que nunca escuchó de mis labios), le pido que me perdone por haber sido tan frío, por las veces que le mentí, y por los muchos besos que no le di, más el silencio me responde y cuando una brisa Acaricia mis mejillas, sé que ella me perdona.
-Mira con ojos empañados a su amigo y luego dice-
Discúlpame este arranque, pero si de algo te sirve mi experiencia, Conversa con ella hoy que la tienes, valora su presencia resaltando sus virtudes que seguro posee, deja a un lado sus errores, que de una u otra forman parte de su ser.
No esperes a que esté en un cementerio porque ahí la reflexión duele hasta el fondo del alma, porque entiendes que ya nunca podrás hacer lo que dejaste pendiente, será un hueco que nunca podrás llenar.
No permitas que te pase lo que me pasó a mí.
En el camino, iba pensando en las palabras de su amigo.
Cuando llegó a la oficina, dijo a su secretaria: Comuníqueme por favor con mi madre, no me pase mas llamadas y también modifique mi agenda porque este día lo dedicaré a ella!.

LAS FLORES HAY QUE DARLAS EN VIDA......NO TE RINDAS!

martes, 13 de julio de 2010

Di continuidad

La continuidad está sobrevalorada. Cuarenta años de matrimonio, doce meses en China, diez años de contable, seis estudiando francés. Pero no te engañes. Durar mucho haciendo algo no siempre es bueno.

Yo creo que todo empieza en la educación. Siendo todos tan diferentes, no entiendo cómo se nos ha educado para tratar de conseguir el mismo objetivo -en teoría, ser feliz- actuando todos siempre de la misma manera.

La educación que estamos viviendo en muchos países de cultura occidental dista mucho de lo que en mi opinión debería ser, un proceso de autodescubrimiento, autoconocimiento y autogestión. La educación que yo veo, y la que he sufrido en mis propias carnes, es más un proceso de autoanulación, autoaburrimiento y autohomogeneización, tanto a nivel de contenidos como de formas de no pensar.

No interesa el estudiante que más inventa, sino el que más conoce sobre lo inventado. No triunfa el estudiante que más aprende, sino el que más recuerda. No interesa el que más pregunta, sino el que más responde. Siempre hechos conocidos, jamás intuiciones por descubrir. ¿Te imaginas que en la vida pasase igual? Los historiadores dirigirían los destino de la humanidad, bueno, bien pensado, igual nos iba mejor.

En fin, una vez leí que el tutor de Leonardo da Vinci, que no lo debió pasar fácil, lo que jamás hizo fue darle respuestas al joven Leo. Ante cualquier pregunta de su aprendiz, antes de dar la respuesta "correcta", siempre antepuso la misma pregunta: "¿Y tú que crees?".

Nadie se preocupa por enseñarnos a aprender, y ése es nuestro primer drama. Y la vida, crecer, es un proceso de aprendizaje. El que antes aprende, antes llega a donde quiera.

Creces es aprender a despedirse. Ése, como digo, fue mi primer drama, y creo que nos pasa a todos. El día que te das cuenta de que crecer va a significar despedirse de personas, situaciones, emociones, memorias, ilusiones e incluso amigos que se supone iban a ser para toda la vida. El día que ves que crecer significa conocer cada día más que ya murió. El día que te das cuenta de que hoy te despides mejor que hace un año. Que ya no te sorprende que la gente desaparezca de tu vida. Ese día estás aprendiendo a decír adiós, ese día estás creciendo.

El segundo drama es que nadie se ocupa de enseñarnos a manejar nuestras emociones, nuestras intuiciones y nuestros sentimientos, si acaso prefieren que gestionemos esa parte tan burda y patéticamente fungible que es la memoria, un disco duro bastante limitadito del que, con los años, poco o nada podremos rescatar para la vida real. Se supone que la memoria nos va a ayudar a tomar decisiones y así no repetir los errores históricos.

Señores y señoras profesores, en un mundo como en el que vivimos, el mundo post-Internet, el mundo de Youtube, el mundo de los canales temáticos, de las videoconsolas, de las guerras preventivas, del cambio climático, de la biotecnología, de la clonación, de la telerrealidad, en este mundo en el que lo único constante es el cambio, díganme a la cara qué decisiones de hace un año nos pueden dar pistas sobre decisiones que debemos tomar hoy.

Cómo es posible que todo el entorno empresarial esté obsesionado con lo que llaman gestión del cambio, mientras en los entornos docentes se siga enseñando a la manera de nuestros abuelos. Cómo es poible que nadie nos enseñe a gestionar nuestra vida personal.

Un día te despiertas y tienes 40 años, dos hipotecas que no no te puedes permitir, una ex mujer que hace tiempo que chilla en vez de hablar, unos hijos que te odian tanto como aman a tu cartera, y un trabajo del que pronto te van a prejubilar para que dejes de tocar los cojones y puedan poenr a un chaval recién salido del nido, pero eso sí, que tenga tres masters, dos carreras y que cobre menos de lo que cuesta un alquiler. Un día te das cuenta de que el mundo ha cambiado, y a ti nadie te avisó. Ese día vete a pedirle responsabilidades al ministro/-a de Educación.

Al final, muy luego, te das cuenta de que la única manera de responderse a las grandes preguntas, esas que son eternas, y encima ser feliz, es ir cambiando las respuestas. Y ahí es donde vuelve a ser importante la idea de discontinuidad.

Yo estoy aprendiendo -poco a poco- a lucar por los conceptos, y no por sus aplicaciones concretas. Estar enamorado de estar enamorado. Trabajar para seguir trabajando. Aprender a aprender. Desear el deseo, ilusionarme por la ilusión. Rechazar el rechazo. Tenerle miedo al miedo.

Quedarme con el continente pese a que vaya cambiando el contenido. Es más, ser consciente de que para que siga teniendo el primero tendré que ir renovando el segundo.

No se si me ayudará mucho, pero de momento, y como decía Massons, "si non é vero, é ben trobatto".

martes, 6 de julio de 2010

Hijos "Huérfanos" de padres "buena onda"

Bueno, pero... ¿Qué nos pasa?
¿Qué es lo que nos hace suponer, que alguien más tiene la responsabilidad de cuidar de nuestros hijos, si nosotros, que se supone que somos los que más los amamos, no queremos tomar esa responsabilidad ?
Es ridículo ver esas mesas redondas, en las cuales funcionarios públicos, dueños de bares y discotecas, miembros de comités ciudadanos y medios de comunicación se culpan unos a otros por algo que no es más que falta de responsabilidad de nosotros los padres.
Que si en los bares le venden alcohol a menores; que si los agentes de tránsito reciben sobornos, que si no cierran estos lugares a la hora señalada...
¿Pero en dónde están los padres de éste menor que tomó más de la cuenta?,
¿Quién lo recibe en su casa a esas horas y en ese estado?,
¿Quién le dio el dinero para entrar en el bar, para el alcohol y para el soborno? ,
¿Dónde están los padres que le dieron el carro a un menor que no es capaz de hacerse responsable y maneja aunque esté tomado?
¡Por favor! En qué piensan los padres de esos jóvenes que salen de su casa a las 11 de la noche, habiendo empezado a tomar desde en la tarde, durante el partido de Tigres contra Rayados?
¿Y qué están pensando los padres de la jovencita de 16 ó 17 años, que va a conseguir raid de regreso con la mamá de fulanita, sin querer enterarse de que esa mamá ni siquiera está en la ciudad?
Por qué queremos pasarles la responsabilidad de decidir en manos de quién ponen su vida si todavía no son capaces de decidir de que color pintarse el pelo, hoy con rayitos, mañana mejor negro.
Por qué les damos permiso a nuestras hijas de irse a dormir después de la disco a casa de una amiga y cargamos la responsabilidad de llevarlas a los novios de 19, 20 años quién sabe a qué hora y no sabemos ni cómo, pues puede ser que tome de más
¿Por qué queremos creer que son maduros y responsables si nosotros mismos no lo estamos siendo?
Nos volvemos ciegos a los peligros por comodidad, nos hacemos los "buena onda", "es que yo sí le tengo confianza a mi hija".
¡Lo que tenemos es miedo, flojera, no queremos actuar como padres!.
Nuestros hijos no necesitan que seamos sus amigos... Ellos ya tienen un montón de amigos, de su edad.
Nuestros hijos necesitan padres valientes y responsables, que pongan reglas y luego estén ahí para ver que se cumplan.
¿Cómo va a depender la seguridad de mi hijo del barman de un antro o del agente de tránsito, o del dueño de la disco si cumple la ley y cierra a las 3:00 a.m. en lugar de a las 6:00 a.m.?
Yo creo que sí debería haber una ley.
Pero para los padres de familia.
Yo creo que sí debería de haber un horario, pero el que los padres pongan en su casa independientemente de la hora que cierren los antros.
¿De qué tenemos miedo, papás? ¿Por qué no podemos poner reglas? ¿Porqué no podemos exigir que se cumplan?.
Si los jóvenes no necesitaran guía, si no necesitaran límites, autoridad a quién respetar... no existiríamos los padres.
Se nos encomendó una misión muy especial, la más grande: colaborar con Dios en la Creación y es a nosotros a quien se nos pedirá cuentas por nuestros hijos, no al dueño del bar, no al amigo de nuestro hijo que iba conduciendo borracho cuando chocaron, no al policía, no al maestro...¡a nadie más!
Nunca, nadie podrá hacer que nuestros hijos regresen a casa a tiempo y a salvo, si nosotros no podemos hacerlo.
No existe ley, ni horario, ni funcionario capaz de hacer por nuestros hijos, lo que nosotros no queremos hacer.
Actuar como padres Es muy difícil claro, oír de ellos "Es que todos te tienen miedo, papá",
¡Pues no importa! No estamos en campaña de elecciones para el papá más popular del año, ya cada quién tiene el padre que le tocó y sería estúpido poner en peligro la seguridad de nuestros hijos por quedar bien con sus amigos.
Es terriblemente injusto, además, que estén en peligro jóvenes que sí tienen reglas en su casa, que saben que al llegar, estarán esperándolos sus padres, desvelados pero contentos de saber que se divirtieron y orgullosos de comprobar que van madurando y que actúan de acuerdo a lo que se les está tratando de inculcar:
Libertad con Responsabilidad.
Es horrible oír de muertes de muchachos así, que han tenido la desgracia de toparse con esos otros jóvenes, hijos "Huérfanos" de padres "buena onda".
No estaría mal, ganarnos el respeto de nuestros hijos, tomando las riendas de su vida, haciéndonos responsables de su hora de llegada, de lo que toman, de sus calificaciones, haciéndoles saber lo que esperamos de ellos y creando los medios para ayudarles en su lucha para conseguirlo.
Pongamos los pies en la tierra, seamos concientes...
Los jóvenes lo único que necesitan, es que actuemos como padres