El contador, Don Emilio, quedó que llevaría unos tamales muy sabrosos, Nora llevaría un delicioso atole de vainilla de por allá, donde vivía, en Villa Coapa, yo, quedé que llevaría mucha hambre.
Ya habían pasado 55 minutos y apenas estaba a la altura de la Defensa Nacional, se estaba convirtiendo en un verdadero martirio estar en medio de ese tráfico, si, siempre lo ha sido, pero en esa ocasión estaba exageradamente mal, ni para atrás, ni para los lados, y mucho menos, para adelante, no sé, si volteabas a ver a los demás, tenían el mismo semblante, se veía claramente como todos estábamos profundamente preocupados, muchos empezamos a tener la seguridad de que nos necesitarían y es por eso que no dábamos marcha atrás, lentamente, pero avanzamos, después de casi 2 horas, llegué a la bifurcación del Periférico y el Viaducto Miguel Alemán, algunos se siguen de frente y otros tomamos hacia la derecha, rumbo al aeropuerto, después de un muy pequeño tramo, la pesadez del tráfico se tornó nuevamente muy lenta, sin embargo ya me sentía muy cerca de mi trabajo, no prestaba atención a nada de lo que ya estaba ocurriendo afuera en la calle, en los edificios, en la gente que caminaba sin saber hacia donde ir, eso empezó a tener importancia algunas horas después, me salí del viaducto en la calle de Cuauhtémoc, más tráfico, pero si se avanzaba, llegué a Xola, vuelta a la izquierda, en esa avenida, el panorama se notaba muy triste, se veían nubes de polvo a lo largo de la calle, y poco a poco fui avanzando.
Recuerdo muy bien cuando a mi esposa le mencioné lo que había sucedido en la elección, esa que los de la Sección Sindical, que por cierto, había renacido, ya que me enteré que años antes, en una Convención, (no de olvidadizos, ¿o si?) Nacional, del entonces poderoso Sindicato Nacional de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, los desconocieron, y les retiraron sus derechos sindicales, un escándalo, y por esos tiempos, les dieron vida nuevamente, entonces como en alguna ocasión, mientras estaban en campaña, yo les hice una petición referente al escalafón, en nombre personal y por supuesto llevando firmas de mis compañeros sindicalizados, que apoyaban dicha petición, de inmediato se fijaron en que les podría ayudar siendo Delegado, pero había otras personas que tenían esa inquietud, así que llegó el día de elegir al susodicho, llevaron sus urnas, sus boletas, se nos pidió que dieran los nombres de los posibles contendientes, incluso se valía auto nombrarse, dieron tres nombres, y una compañera que nombraron dijo que ella no quería, pero que si podía nombrar a alguien en su lugar, le dijeron que si, y me nombró a mi, preguntaron que si no había nadie más, no dijeron nada, de los 97 votos que fueron contados inmediatamente después de terminada la elección, 96 fueron para mi, uno (el mío) fue para el Sr. Alfredo, quien me dio su voto ya que pensó que no iba a alcanzar ninguno, y mi compañerita Alicia, no tuvo ni uno solo, cabe hacer mención que los dos estaban de parte de la Autoridad.
¿Recuerdan que mencioné a mi esposa?, ella nunca estuvo de acuerdo de mi participación sindical, pero en fin, lo empecé, y lo tenía que terminar.
Tengo muy presente cuando quise seguir por Xola, pasando la Av. Universidad, no dejaban porque según esto, la calle estaba cerrada por los derrumbes, sin embargo como pude pasé, al volver mi vista hacia la derecha, frente a la calle Dr. Barragán, veo el edificio colapsado de sus últimos 5 pisos, fue como en cámara lenta, se detuvo el tiempo, mientras veía con horror eso, de inmediato pensé….Nora…Don Emilio!!!.De inmediato quise encontrar un lugar donde estacionar mi vocho, llegué enfrente de la Sección Sindical, la cual tenía un boquete que el edificio de junto le hizo al desplomarse parte de una pared en nuestras instalaciones, lo bueno es que ese edificio, estaba vacío desde unos meses atrás, por las condiciones en que se encontraba.
Vi a la Señora que hacía la limpieza en la Sección, estaba muy asustada, ella estaba adentro trabajando cuando se rompió la pared, pobre, pero la consolé diciéndole, allá, en la Secre, hay muchos compañeros de intendencia que seguramente están en mayores problemas, la veo al rato.
Al ir corriendo hacia la Secretaría, me fui acordando de mis compañeros que llegan aún más temprano, los de limpieza entran a las 7 A.M., ya que debían tener limpio todo para cuando el personal llega que es una hora después, el terremoto fue a las 7:19 A. M., en la explanada me encontré a uno de mis amigos, todo lleno de polvo, yo no lo reconocí, pero él me llamó por mi nombre, me dijo Rober, arriba están Justino, Chucho, Conchita, etc., etc., haber que puedes hacer?.
Caray, ¡es asunto sindical o que!, en fin de todas maneras quise buscar por donde subir, los bomberos me sacaron casi a patadas, pero me mantuve a la expectativa, y fue cuando empecé a ver gente que salía caminando, llenas de tierra, llorando, asustados, algunos completamente fuera de este mundo, caminando como zombis.
Alguien me preguntó, tiene vehículo? Si claro, un vochito, por favor, lleve a los que se pueda a la clínica más cercana, claro, con gusto, voy por el auto.
Conchita, como se siente?, bien Don Roberto, tengo varios chichones en la cabeza, pero ninguno se abrió, pero Benito debe de estar muy herido, porqué lo dice Conchita?, es que cuando todo se cayó, empezamos a llamarnos, el fue el que alcanzó primero el área de los elevadores, ahí es donde nos caímos todos, porque las piedras nos empezaron a caer encima, pero porque dice que Benito estaba mal?, es que nos decía, tengo una piedrota en mi pierna, no me puedo zafar, me duele mucho.
Oye Roberto, que pasa Benito?, mira, pues tu sabes que nosotros somos muy pobres, pero ya ves, con trabajos conseguí que mi hija estudiara para secretaria, ya tiene años aquí, pero el Capi aún no le da la plaza de base, por más esfuerzos que hago, no la consigo, tu crees que ahora que eres Delegado, nos puedas ayudar?, voy a hacer todo lo posible Benito, deja ver como está lo de las vacantes, yo te aviso.
Después de varios traslados a la clínica más cercana, por fin pude ver en la explanada a algunos de mis jefes, estaban pasando lista de los inspectores, les preguntaban que si estaban dispuestos a subir hasta donde no había derrumbe, ya que era necesario empezar a rescatar el mobiliario y llevar un inventario, de los 30 inspectores, solo 6 accedieron a subir, y le dije al Capi, que yo iba con ellos.
Subimos por una pequeña escalera de emergencia hasta el piso número 7, íbamos equipados con cascos y linternas, algunas cuerdas, pero nada más, ya había una pluma con grúa y una plataforma por medio de la cual bajarían todo lo que nosotros lleváramos hasta la ventana por la que sacaríamos las cosas, lógicamente, dos inspectores se encargaron de sacar, lo que el Capi les encargó expresamente, nunca supe que fue…
Benito, hablé con el contador, le expuse el caso de Lety, me dijo que si, que de todas maneras el Capi ya lo había autorizado. Que autorizar ni que nada, te agradezco Rober, por fin nos va a hacer justicia la Revolución, pero no es gracias al Capi, sino a ti. No Benito, esto es un derecho que ustedes tienen, sólo hay que buscarle para conseguirlo, lo que si, sirvió la petición por escrito que hizo el Secretario de la Sección, así que solo hay que esperar.
Oye Ariel, vamos a jalar este escritorio, con este movimiento liberaremos los archiveros, sale Rober, pero hay que tener cuidado, no se nos vaya a desplomar el techo, uy Ariel, tan grandote y con miedo?, no es miedo, es precaución.
Oiga Dr. Aquí traigo a estos 6 compañeros de la S.C.T. estaban atrapados, aparentemente están bien, los checarán? Claro, no se preocupe, va a traer más?
Los que se puedan Dr., está bien, voy a pedir que saquen de la bodega todo lo que tengamos para limpiar heridas, y le agradezco su servicio, las ambulancias ahorita no se dan abasto, gracias a usted Dr., hasta luego entonces.
Tomé un teléfono público, marqué el número de la casa de mi Mamá, timbró tres veces, hola Má, como está?, bien hijo, se sintió muy feo, pero no pasó nada, ya voy al trabajo, parece que voy a tener mucho trabajo. (mi Má, era Técnica Radióloga en el IMSS.)
Terminó ese día, nos retiramos casi a las 10 de la noche, como pude regresé a casa, llegué y ahí, me abandonaron las fuerzas, o de plano se me acabaron, me derrumbé por completo, empecé a recordar todo, los edificios que estaban completamente hechos escombros, las personas que habían quedado atrapadas con medio cuerpo hacia fuera de sus ventanas, en dantescas posiciones, como detenidas en el tiempo y en el espacio, ni adentro ni afuera, pero eso si, sin vida.
La cafetería, el buen café, ya no existía, el bar de enfrente, que hasta el nombre desapareció de mi memoria, todo regresó a mi mente, como una película que se rebobina.
Hoy quise recordar, y desgraciadamente volver a vivir esos momentos, pero lo hago en memoria de mis amigos que ahí perdieron la vida, gracias a Dios no fueron muchos, pero los que se adelantaron, sólo les digo, hasta luego, espero que no muy pronto.
NOTA: En la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, se reportaron únicamente 19 personas fallecidas a causa de los derrumbes por los terremotos de los días 19 y 20 de septiembre de 1985. (Benito fue uno de ellos)