sábado, 18 de abril de 2009

APRENDI...



APRENDI


Hay una teoría muy interesante
acerca del aprendizaje en adultos.
Se hizo una investigación intentando
encontrar que puntos tenían
en común algunos genios como
Van Gogh, Einstein, Dali, Beethoven...
buscaron similitudes en edades,
entorno familiar y social,
educación formal e informal…
y en nada había puntos en común,
excepto en una cosa:
ninguno de ellos tenía temor al ridículo.

Todos habían tenido comportamientos
atípicos para la sociedad en la que vivían
y así desarrollaron sus habilidades naturales.
En base a esa investigación,
la teoría dice que las personas comenzamos
a aprender desde que nacemos,
y lo hacemos completamente desinhibidos,
preguntando y experimentando.

Luego llega la época en la cual
nos empezamos a relacionar con pares:
niños de nuestra edad,
ante los cuales empieza un juego de competencia.
Nos damos cuenta que somos diferentes,
y ahí comienzan las vergüenzas,
y dejamos de preguntar y de experimentar,
por temor al ridículo
o porque el socialmente inaceptable…
y luego también dejamos de jugar,
que siempre es una forma de aprender.

Asi es como en la edad adulta
es cuando menos conocimientos absorbemos,
comparado con lo que pudiéramos
seguir aprendiendo si fuésemos niños por más tiempo.
Y esto se prolonga hasta la vejez,
cuando ya sea por experiencia
o porque estamos más allá del bien y del mal,
podemos darnos el lujo de ser ridículos sin problemas…
y volvemos a preguntar y a aprender.

Nos pasará lo mismo en el amor?
Si pensamos en como encaran
los chiquitos las relaciones con los demás,
la naturalidad con la que expresan sus sentimientos,
cómo para ellos besar significa juntar labio con labio
y te abrazan porque si,
es para pensar si podríamos trasladar
esa teoría al aprendizaje sobre el amor…

Será porque crecemos que dejamos de aprender
y siempre cometemos los mismos errores?
Que no nos animamos
a experimentar situaciones nuevas?
Que buscamos resultados distintos,
pero haciendo siempre lo mismo,
porque tenemos miedo de probar algo distinto?

Que no preguntamos que siente el otro,
y no expresamos lo que sentimos nosotros?
Siguiendo el mismo razonamiento,
los condicionamientos sociales,
la vergüenza ante lo que puede pensar el otro,
el temor al ridículo,
la lucha interna por querer
demostrar muchas veces lo que no somos,
pero lo que debemos ser…

será eso lo que nos impide aprender a amar?
Por qué no podemos actuar naturalmente,
expresar nuestros sentimientos, decir

“te quiero hasta la luna”

cuando se nos ocurre,
jugar un poco más para aprender del otro?
Por qué somos tan adultos en estas cosas,
y tan poco adultos en otras?

Será como dice Bryan White:

“En realidad nunca crecemos.
Sólo aprendemos a
comportarnos en público”?

Y si pudiéramos en ciertos
momentos desaprender un poco?
Quizá el secreto está en
animarnos a sentir como niños…
si lo logramos,
con la ventaja de la experiencia
de lo ya vivido,
posiblemente encontremos
las puertas del paraíso…

P.D.

para mi hay una frase de cabecera..

"los peores miedos se los pone uno mismo"

cuando algo me da dudas ,
voy contra eso..
me sobrepongo ,
es inutil pensar en el que diran,
o el los no,
antes que sucedan..
pero esto es un actitud en la vida ,
y ser retraido,
miedoso ,
justamente se aprende de niño....
y eso no va depender de uno mismo
sino del entorno que tuvo...
en el amor es igual ,
amamos como nos amaron..
depende de uno cambiar
las cosas que nos hacen o hicieron daño...
en la vida creo que hay que ser mente abierta
y estar dispuesto recibir
las ideas de los demas,
lo que el miedo puede ofrecerte
y saber sacar lo mejor de cada circunstancia..
no perder ni tiempo
ni energias en los demas...
mejorar nosotros,
solo por lo que significa sentirnos bien ,
no por los demas...
Ojala no haya sido confusa !!
besitos y un abrazo a la distancia
Feliz fin de semana
CAZADORA




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