"Las parejas que no se entienden, cuando pueden se separan.
Los padres y los hijos que no se entienden, se distancian.
Los trabajadores que no entienden al jefe se buscan otro trabajo.
Los empresarios que no entienden a sus clientes acaban arruinados.
Los políticos que no entienden a los ciudadanos pierden las elecciones.
Los obispos que no entienden a sus ovejas (¿?) se quedan sin rebaño.
El comunista Castro no entiende a los comunistas chinos.
Cada uno de nosotros es energía latente con su particular capacidad de expansión e influencia. Y como toda energía, para que se expanda e influya precisa del contacto adecuado. Cuando falla la esencia del entendimiento, que es la disposición para transmitir a otros nuestra energía y a la vez recibir la suya, sólo queda espacio para el aislamiento, ese moho en el que germina el orgullo sin causa, la tristeza y a veces incluso el odio.
Hay puertas que se nos cierran porque no sabemos abrirlas. Queremos tener la llave maestra olvidando que ésta lo es porque se adapta a los vericuetos únicos de cada cerradura.
Entenderse para construir es la gloriosa capacidad de compartir inteligencia. Pasa por saber razonar, escuchar y, cuando procede, aceptar y asumir, partiendo siempre de una premisa: en la báscula del entendimiento, jamás el peso de la razón estuvo exclusivamente situado en uno de los dos platos."
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