Algunas veces nuestras propias incertidumbres, nuestras inseguridades, hacen que golpeemos con fuerza a las personas que más queremos, que más apreciamos. Estos sentimientos a caballo entre lo racional y lo irracional nos hacen incurrir en graves errores.
¿Soluciones para ello? Razonar al máximo las cosas. Reflexionar sobre nosotros mismos, buscar en nuestro interior el origen de nuestro desconcierto, que puede venir dado por experiencias pasadas o por el desconocimiento total sobre el camino que estamos andando.
Pero ante todo y sobre todo, ser humildes, no aferrarnos al error cometido y más, si este afecta a otras personas. Pedir perdón y aceptar que este nos sea o no otorgado.
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