Una excelente compañía...

Y después de todo ¿que es lo que buscamos en este mundo?, cada quien sabrá su respuesta, de un tiempo a la fecha me puse a reflexionar sobre este tema, en mi familia o sea hijos de mis hermanos, y alguno que otro avezado sobrino que ya tuvo hijos, los he ido conociendo de acuerdo al tiempo que hemos compartido, con algunos no ha sido muy común, y otros definitivamente los tiempos son muy cortos, pero entre todos ellos hay uno que desde muy pequeñito estuvo conmigo, y después de que mis hermanos partieron del seno familiar, él estuvo ahi, incluso todavía se quedó, una vez que yo también emprendí mi vuelo, la forma en que la pasó, sé muy bien que no fue de una manera nada grata, y eso lo empujó a salir huyendo de esa casa, a buscar su camino, sé muy bien lo que cuesta labrarse solo una vida, y cuando digo sólo, en verdad es algo muy duro, no tener esa mano, ese hombro, ese apoyo tan añorado, la melancolía llega torrencialmente sobre todo en las tardes antes de que empieze a oscurecer, y viene acompañada de un miedo electrizante, y quien sabe de donde uno saca fuerza para empezar de nuevo al siguiente día, no he charlado de todo esto con este personaje, cualquier semejanza con su vida, es mera coincidencia, pero como es un familiar tan querido por mi, hoy le quise dedicar este espacio, y lo hago simplemente porque aunque está lejano de mi por los enormes kilómetros que nos separan, siempre me acompaña, ustedes lo podrán escuchar también como yo, es quien ameniza esta sala con su hermosa voz, así es amigos, le dedico esto a mi sobrino Jorge Ortega (Gio, o Giorgio), gracias hijo por estar siempre a mi lado.