No dejaba un Leòn de quejarse ante Prometeo.
-Tú me hiciste bien fuerte y hermoso,
dotado de mandíbulas con buenos colmillos
y poderosas garras en las patas,
y soy el más dominante de los animales.
Sin embargo, le tengo gran temor al gallo.
-¿Por qué me acusas tan a la ligera?
¿No estás satisfecho con todas las ventajas físicas que te he dado?
Lo que flaquea es tu espíritu -replicó Prometeo.
Siguió el león deplorando su situación,
juzgándose de pusilánime.
Decidió entonces poner fin a su vida.
Se encontraba en esta situación cuando llegó el elefante,
se saludaron y comenzaron a charlar.
Observó el león que el elefante movía constantemente las orejas,
por lo que le preguntó la causa.
-¿Ves ese minúsculo insecto que zumba a mi alrededor?
-respondió el elefante-,
pues si logra ingresar dentro de mi oído, estoy perdido.
Entonces se dijo el león:
"¿No sería insensato dejarme morir,
siendo yo mucho más fuerte y poderoso que el elefante,
así como mucho más fuerte y poderoso es el gallo que el mosquito?"
Que las pequeñas molestias no te hagan olvidar tus grandezas.
1 comentario:
Hola beto es muy buena la historia que publica la cazadora nos muestra que no hay enemigo grande ni pequeño y que todos tenemos grandes defectos pero tambien grandes virtudes y eso es lo que hay que agradecer a Dios de lo que nos doto y de lo que carecemos pues no somos perfectos en este mundo llamado tierra y que es nuestro hogar saludos Beto y para La Cazadora y sigan adelante con el Blog de parte de el Dr. Housee
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